Día Mundial contra el SIDA
Mensaje
Michel
Sidibé - Director Ejecutivo de ONUSIDA - Subsecretario General de las Naciones
Unidas
En
este Día
Mundial del Sida, queremos subrayar la importancia del derecho a la salud y
los desafíos que enfrentan las personas que viven con el VIH para satisfacer
ese derecho.
El
derecho a la salud es un derecho humano fundamental —todas las personas tienen
el derecho de gozar del mayor nivel posible de salud física y mental—
consagrado en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales.
El
mundo no alcanzará los Objetivos de Desarrollo Sostenible —entre ellos el de
poner fin a la epidemia de sida para 2030— si las personas no satisfacen su
derecho a la salud. El derecho a la salud guarda interrelación con una serie de
otros derechos, entre ellos de saneamiento, alimentación, vivienda digna,
condiciones laborales saludables y de un entorno sano.
El
derecho a la salud significa muchas cosas diferentes: que ninguna persona tenga
mayor derecho a la salud que cualquier otra; que exista una infraestructura de
servicios de atención sanitaria adecuada; que los servicios de atención
sanitaria sean respetuosos y no discriminatorios, y que la atención sanitaria
sea la adecuada en términos médicos y de buena calidad. Pero el derecho a la
salud es más que eso: al satisfacerlo, los sueños de las personas y las
promesas se pueden cumplir.
Cada
Día Mundial del Sida traemos a la memoria a nuestros familiares y amigos que
murieron de enfermedades relacionadas con el sida, y renovamos nuestro
compromiso de solidaridad con todas las personas que viven con el VIH o están
afectadas por este.
Desde
el comienzo, la respuesta al sida se construyó sobre la base del derecho
fundamental a la salud y el bienestar. La comunidad de personas comprometidas
con la respuesta al sida fomentó sistemas para la salud basados en los
derechos, y para acelerar los esfuerzos para que el mundo comprendiera qué es
el VIH: cómo prevenirlo y cómo tratarlo.
Demasiadas
personas —especialmente las más marginadas y más afectadas por el VIH— todavía
bregan para tener acceso a los servicios sanitarios y sociales que necesitan
con urgencia. Todos debemos continuar hombro a hombro junto a los olvidados y
exigir que a nadie se le nieguen sus derechos humanos.
Este
año hemos visto acciones significativas en la consecución de los objetivos de
tratamiento 90-90-90 con miras a acabar con la epidemia de sida en 2030. Cerca
de 21 millones de personas que viven con el VIH se encuentran ahora en
tratamiento y las nuevas infecciones por el VIH y las muertes relacionadas con
el sida están disminuyendo en muchas partes del mundo. Sin embargo, no debemos
darnos por satisfechos. En Europa oriental y Asia central, las nuevas
infecciones por el VIH han aumentado 60% desde 2010 y las muertes relacionadas
con el sida, 27%. África occidental y central todavía permanecen en el olvido.
Dos de cada tres personas no tienen acceso al tratamiento. No podemos tener un
abordaje a dos velocidades para poner fin a la epidemia de sida.
A
pesar de todos los éxitos, aún no hemos acabado con la epidemia. Pero asegurarnos
de que todas las personas de todas partes tengan acceso al derecho a la salud
lo hace posible.
ONUSIDA